dilluns, 22 de desembre del 2014

Los muertos no escriben versos.


A pesar de que nos digan,
que la muerte es poética,
que es Vella, es mentira.

Ésa es la mayor del universo,
de las religiones, y del mundo.
Es la mayor mentira de la humanidad.

Porque al morir,
mueres.
Simplemente.
Mueres.
M.U.E.R.E.S

Y no tratemos de adornarlo,
ni de dar pomposidad al asunto,
ni de hacer poesía lo que es doloroso.

Porque poesía es amar con el alma,
no con el corazón, pues ése está tirado,
en la basura de algún callejón, desangrado.

Porque poesía es sentir con el sexto sentido,
cuando ya se ha perdido todo,
y todo es oscuridad y universo.

Y no tratemos de hacer la muerte algo poético,
de insultar la belleza de la poesía,
de amar lo inhumano de la muerte.

Porque al morir, simplemente,
sientes frío  y no sientes nada.
Sientes que desapareces,
sientes, irónicamente, que mueres.

Y la poesía, la poesía, querida, es vida.

La poesía es primavera, es flor,
es otoño, siendo hoja caída moribunda,
pero cuando el frío llega, querida,
el frío hiela los huesos y las manos.

Hiela, por helar hiela corazones,
hiela el alma y hiela el papel.
Incluso hiela los versos de rabia;
Por helar hiela hasta la tinta roja,
que late y corre por mis venas.
Por helar hiela incluso mi vida.

Y por ahora, vida, ningún muerto,

(que yo sepa) jamás ha escrito versos.

(Y menos como éstos.
Ni tampoco dan besos)

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