
Y tu aire no es mi aire.
Y nos perdemos y caemos,
y alzamos los brazos.
Y morimos. Muerte.
Morir. Parece sencillo;
dejar de respirar,
parar nuestro corazón,
envenenar nuestro amor.
Morir. Pero lloramos,
arañamos y gruñimos,
cuando la muerte llama,
a nuestra puerta negra.
Morir. Y a pesar de ello,
muerto cuando marchas,
y desfallezco cuando besas
mi cuello con tu fuego.
Y desenfoco la mirada,
buscando a través de tus ojos,
y suspiro, sollozo. Muero.
Morir. Muerte.
Parece sencillo, pero
es a la vez complejo.
Como nuestro amor,
nuestros sueños y pasión,
que mi aire no es tu aire,
que mis besos no son tus sueños.
Y bueno,
qué decir de tus huesos,
de tus vacíos, tus huecos,
de tus gruñidos, anhelos.
Pero mi aire no es tu aire,
pero tus besos no son mis besos,
pero caigo y miento si vivir anhelo,
pero vivo y perezco, si muero.
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