Y en esta noche tan fría,
De primavera enamoradiza,
Mis lágrimas amenazan en mi garganta,
Con crear el mayor mar en mi alma.
Y dime, ícaro, qué C*** he hecho,
Para que me dejes aquí,
Para que marches buscando,
Ese sol tan lejano.
Y ahora añoramos los besos,
En ésta fría noche de primavera,
Mientras nuestras manos se tantean,
Como extraños en el cielo.
Y dime, ícaro, qué C*** he hecho,
Para que anheles ese cielo,
Que no pertenece a nadie,
Pero tú quieres tenerlo.
Y a pesar de que me odies,
A pesar de que no quieras mis manos,
Y detestes mi tacto,
Y mis versos suenen a veneno.
Y a pesar de que mi mirada detestes,
Y tus manos se precipitan caídas en la cama,
A pesar de que huya, mi reina,
A pesar de que me vaya, te quiero.
Dime ícaro, dímelo, a la cara,
A los ojos, a mis párpados caídos.
Díselo a mi jodido corazón,
Y a mis entrañas desgarradas.
Dime ícaro, dímelo, con tus versos,
Ésos que un día me enamoraron,
Y ahora su tinta mancha nuestras sábanas,
Que algún día guardaron nuestro amor.
Pero ya es tarde, mi reina,
El amanecer clama que me marche,
Y el cielo enorme me susurra que lo atrape,
Y tal vez no vuelva, o tal vez vuelva.
Y tal vez me estés esperando en ese café,
En el cual, una cálida mañana de invierno,
Nuestras miradas se cruzaron,
Y vibraron nuestras entrañas.
Y tal vez te hayas olvidado de estos versos,
Que un traidor, un pájaro suicida,
Te escribió entre sábanas de amor,
Buscando versos entre sus tripas.
Y tal vez, tal vez…
(Me marcho)
Y tal vez, tal vez…
(Vete.)
Tal vez nos busquemos
(Me voy.)
De nuevo, entre versos
(Lo sé.)
Que se precipitan en sábanas
(Adiós)
Y tal vez miremos hacia atrás
(Yo…)
Y me digas un te quiero.
(No lo digas.)
Que es un verso suicidado
(Lo sabes)
Recogido por nuestro amor.
(No lo harías.)
Y me marcho sin decir nada.
Dejando una cama con un hueco,
Dejando un frío en una habitación,
En busca de un cielo frío de primavera.
Y te marchas sin mediar palabra,
Dejando un hueco en mi pecho,
Mientras los pájaros cantan en mi ventana,
Y me dicen que te quiero.